De Jessica Joelle Alexander & Iben Dissing Sandahl

Esta semana he leído un libro que me motivó mucho como mamá. Trata de la cultura danesa y cómo el país más feliz del planeta por años ha educado a sus niños para que formen parte de esta sociedad con valores.
A través del acróstico E-D-U-C-A-R te cuento algunos principios importantes que valen la pena evaluar en nuestro hogar.

Enseñarles a jugar: El juego es el lenguaje de los niños. A través del juego el ser humano aprende, trabaja en equipo, desarrolla resiliencia, resuelve problemas y especialmente el juego nos ayuda a lidiar con el estrés.
En el juego es bueno permitir el espacio para tener conflictos y que los resuelvan con sus amigos o en juegos individuales sin nuestra intervención.
¡Apaga los dispositivos!
Y que los niños salgan a explorar, juega con ellos de manera genuina y disfruta como niño otra vez.

Definir la autenticidad. Irónicamente en nuestra sociedad queremos presentar a los niños los finales felices de las películas, pensamos que eso promueve felicidad. Todas las historias terminan bien porque no deberíamos hacer ver a los niños otras realidades, ¿no?

Cuando definimos la autenticidad, realmente ponemos todas las cartas en la mesa y somos completamente honestos, transparentes. Y hablar y no ignorar situaciones desagradables, tristes, desfavorables como parte de la realidad. Dar permiso a sentir enojo, tristeza y valida todos sus sentimientos. En lugar de ocultar un sentimiento, intentemos comprenderlo y sentirlo con libertad.

Al dar un cumplido, seamos genuinos y celebremos los verdaderos esfuerzos. En lugar de decir ¡Qué inteligente eres! Mejor digamos ¡Debiste estudiar mucho para alcanzar esa calificación!
Desarrollar una mentalidad de crecimiento en lugar de una mentalidad fija.

Utilizar la redefinición para mejorar: Lo que pensamos y decimos acerca de una situación es un reflejo de quienes somos. Pensar pesimistamente solo trae más cosas negativas, en cambio, cuando vemos el lado bueno de una mala situación estamos enseñando a nuestros hijos agradecimiento.

Crear empatía: En una sociedad donde conectar emocionalmente es cada vez más difícil. La empatía es un regalo que podemos heredar a nuestros hijos.
La empatía es comprender y experimentar los sentimientos ajenos. Sentir lo que alguien más siente. Ser empáticos con los niños y enseñarles la empatía es darles una gran herramienta social para mejorar las relaciones significativas, entenderse a sí mismo y a los demás.

Aprender a no poner ultimátums: Gritos, enojos, golpes y faltas de respeto son conductas que destruyen a nuestros niños. Y tristemente son patrones que repetimos y nuestros hijos repetirán si nosotros no lo rompemos ahora.
Traza un plan de acción, busca ayuda y consejo profesional si es necesario. Promueve la paz en tu hogar y evita a toda costa cualquier tipo de violencia.
Somos nosotros, los adultos, quienes debemos hacer pausa, respirar y atender el conflicto cuando nuestros ánimos estén más tranquilos.

Reforzar la unión y el hygge (comodidad). El hygge es la palabra nórdica para bienestar, armonía. Fomentar la unión en el hogar es organizar una cena en familia, planificar una noche de juegos, películas o karaoke. Hacer un compromiso familiar de eliminar quejas, prejuicios y malas actitudes, conectemos con los nuestros y busquemos actividades en conjuntos.

Así es como nos convertimos en mejores padres y mejores personas, así es como creamos un legado de bienestar que podemos transmitir a generaciones futuras.