“Puedo entender, pero me cuesta hablar”
Algunos niños aprenden inglés muy rápido.
La mayoría, sin embargo, lucha durante años.
Hasta niños muy inteligentes pueden pasar años en clases… y terminar con nada más que “Puedo entender, pero me cuesta hablar.”
¿Cuál es la diferencia?
En este artículo, les voy a enseñar lo MÁS IMPORTANTE si quieres que tu hijo/a domine inglés.
Una pequeña historia…
Crecí en Massachusetts, EE. UU.
Tuvimos clases de español todos los días desde séptimo grado.
Así que, durante seis años, tomé español todos los días escolares.
Obtuve buenas calificaciones. Estaba en una escuela muy buena. Mis maestros eran buenos (hablaban bien español, les importaba mucho nuestro éxito, etc.). ¡Incluso estaba en el programa de español “Honors”!
Y terminé con básicamente CERO español.
¡En serio! (No fue hasta que me mudé a América Latina, contraté a un tutor y conocí a mi esposa que realmente aprendí español).
Claro, podía conjugar verbos en un millón de tiempos diferentes. Podía recordar mucho vocabulario justo el tiempo suficiente para escribirlo en el examen.
Pero, si tenía que hablar español con alguien…
¡olvídalo!
¿Les suena familiar?
Muchos de nuestros padres nos dicen que pasaron años en clases de inglés, pero aún “entienden un poco, pero no pueden hablar”.
O que sus hijos toman inglés día tras día, sin avances notables.
¿Cómo puede pasar esto?
¿Solo algunas personas súper talentosas pueden aprender inglés? (Ciertamente no: todos los niños pueden aprender idiomas rápidamente).
¿Es el método de enseñanza simplemente terrible? (Quizás, pero ese no es el mayor problema).
Entonces, ¿qué está pasando?
Bueno, cuando comenzamos a enseñar inglés, tuvimos la misma experiencia que la mayoría de las escuelas:
Algunos de nuestros estudiantes súperestrellas aprendían inglés fluido, pero la mayoría luchaba un tiempo y luego tiraba la toalla.
Podríamos haber aceptado eso como la dura realidad de las clases de idiomas.
Pero, afortunadamente para nosotros y nuestros estudiantes, mi cofundador Rodrigo está obsesionado.
Y comenzó a obsesionarse con aquellos estudiantes que se frustraban y se daban por vencidos… o seguían asistiendo a clases pero nunca avanzaban.
¿Qué estaba saliendo mal?
Y rápidamente se dio cuenta de cuál era el problema:
- Los niños que fracasaban nunca habían creído realmente que podrían tener éxito.
- Por otro lado, todos los niños que tenían éxito sabían en el fondo, que iban a tener éxito.
Al pensar en mi experiencia con el español, esto inmediatamente tuvo sentido:
En mi escuela secundaria, ¡nadie esperaba realmente aprender español fluido!
No pensé que había una posibilidad de que fuera a aprender español fluido.
De hecho, no creo que los profesores incluso pensaran que había una posibilidad de que aprendiéramos español fluido.
El objetivo era solo obtener buenas calificaciones en los exámenes. Este no es un objetivo muy inspirador.
Y no me inspiró particularmente. Así que hacía mi tarea en el autobús.
Memorizaba palabras justo antes de los exámenes… sabiendo que las olvidaría tan pronto como el examen terminara.
Sin embargo, cuando me mudé a América Latina, cambié mi mentalidad por completo.
NECESITABA aprender español: tenía un trabajo que requería que hablara español fluido.
De alguna manera me convencí de que ABSOLUTAMENTE Y MUY POSITIVAMENTE podía e iba a aprender español fluido.
Así que fui implacable. Asistía a mis clases con atención absorta. Hacía mi tarea. Escuchaba cursos de audio mientras hacía ejercicio. Veía televisión en español.
Y aprendí español lo suficientemente fluido como para trabajar bastante rápido.
El punto: la mentalidad lo hace todo.
Una vez que Rodrigo identificó esta diferencia clave, nos pusimos a crear un programa para ayudar a nuestros niños a construir la mentalidad correcta.
Después de bastante investigación y pruebas, diseñamos un programa para ayudar a nuestros estudiantes a crear la mentalidad de éxito.
- Agregamos afirmaciones todos los días antes de clase. Los estudiantes gritan “¡Me encanta inglés!”, “¡Los errores son parte del proceso!” y mucho más.
- Visualizaciones durante nuestros descansos. Pedíamos a nuestros estudiantes que se visualizaran hablando inglés sin esfuerzo, quizás en un trabajo importante o en un viaje.
- Mantener presente el objetivo de la fluidez. Esto significa recordar constantemente a los niños que el objetivo y la expectativa es dominar el inglés.
Sé, sé. Algunas de estas cosas suenan cursis.
Pero ¡los resultados fueron increíbles!
Tan pronto como implementamos este programa en todas nuestras clases:
- Nuestros estudiantes comenzaron a participar más (y a perder el miedo a hablar).
- Hablaban más espontáneamente y con fluidez.
- Eran más diligentes con sus tareas.
- Un porcentaje mucho mayor completó el curso.
- Se divertían más en clase (¡aunque estaban trabajando más duro!)
En resumen, aprendían inglés mucho más rápido y fácilmente.
Todo esto tiene sentido.
Si un niño estudia inglés porque mamá se lo obligó… pero realmente no ve ninguna posibilidad de éxito… ¿por qué esforzarse?
Pero, si va a aprender inglés FLUIDO, para que pueda conseguir un trabajo increíble… viajar por el mundo… hacer amigos en todo el mundo… entender tus películas favoritas… ESTARÁ REALMENTE MOTIVADO.
Su mente se abrirá. Trabajará más duro. Superará los obstáculos que seguramente encontrarás en el camino.
Pronto, el impulso del progreso crecerá y trabajará aún más duro.
Entonces, mamá o papá, por eso nos enfocamos implacablemente en la mentalidad.